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Las valerosas Heroínas de la Coronilla

En Colcapirhua, donde había quedado la tropa comandada por Antezana, esperando a Lombera, se tuvo la noticia de que el general Arze había sido derrotado. Según el relato del soldado Turpín, Mariano Antezana mandó llamar a la tropa a la ciudad y habiéndolas formado les dijo: “juran soldados defender la Patria”, a lo que respondieron todos “Sí”.

Pero como no tenían confianza en Antezana, se fueron la mayor parte de los soldados. Ese mismo día en la tarde hubo en la ciudad Cabildo Abierto. Nuevamente Antezana interrogó a los soldados: “¿Cumpliréis lo que habéis dicho de defender la Patria y la excelentísima Junta de Buenos Aires?” Algunos respondieron que sí, pues ya no había más de mil hombres escasos y solamente las mujeres dijeron: “Si no hay hombres, nosotras defenderemos”. Al poco rato dijo el señor Antezana que él ya se rendía y mandó que todas las armas las pusieran en el cuartel y que él se iba y que el que quisiera seguirlo que lo siguiese. Mandó él mismo que se asegurasen las armas bajo llave y se aseguraron 50 fusiles y 21 cañones de estaño, y un obús con culebrina de Buenos Aires de bronce.

“Hecha esta diligencia inmediatamente se congregaron todas las mujeres armadas de cuchillos, palos, barretas y piedras en busca del señor Antezana para matarlo y otra porción (se dirigió) al cuartel, y apenas quebraron las ventanas de la casa de dicho Antezana y no lo encontraron, luego vino un caballero Mata Linares a quien dejó las llaves Antezana y éste abrió, entraron las mujeres, sacaron los fusiles, cañones y municiones y fueron al punto de San Sebastián, extramuros de la ciudad donde colocaron las piezas de artillería”.

El 27 de mayo, las tropas de Goyeneche levantaron campamento a las 7:00 de la mañana con dirección a la ciudad de Cochabamba. A las 3:00 de la tarde hora en que se puso el Ejército a la vista de la ciudad, a distancia de media legua, hicieron fuego desde el cerro de San Sebastián.

Según el relato del soldado Turpín eran las mujeres que, a poco rato de colocar las piezas de artillería, vieron “formado el Ejército de Goyeneche, e inmediatamente rompieron el fuego las mujeres con los rebozos atados a la cintura, haciendo fuego por espacio de tres horas”. Esto a pesar de las tratativas hechas con antelación en Cliza.

Relata Mendizábal que los insurgentes se hallaban apostados en la colina de San Sebastián con numerosa artillería de estaño. Fueron acometidos con denuedo por las guerrillas y otros cuerpos del Ejército real por los flancos y por el frente con el grueso del ejército a órdenes del general Goyeneche. Fueron derrotados y arrollados, dispersándose por los campos, dejando la ciudad abandonada al saqueo en castigo a su repetida infidelidad.

El Combate de La Coronilla

Una vez más es Herreros de Tejada la fuente para aproximarnos a los acontecimientos de esta gesta: “Goyeneche reunió todos los servicios de administración encargando al brigadier Ramírez la protección de ellos y de la retaguardia con el Real de Lima y dos cañones; la cual estaba amenazada por la caballería cochabambina. El brigadier Picoaga, con ocho piezas de artillería, el Batallón de Cotabamba y 180 caballos formó la línea que se desplegó rápidamente en batalla, apoyando su derecha a un cerro”.

“La posición del ejército real era dominada por completo por tener el enemigo coronado por su artillería el cerro de San Sebastián, por lo que el general organizó un vigoroso movimiento sobre la marcha, despreciando la caballería, que amagaba los flancos y tocando ataque avanzaron sus tropas bajo la protección de la artillería que rompió el fuego para desalojar al enemigo de sus posiciones”.

“Al ir a asaltar el cerro, Goyeneche ordenó que la infantería se fraccionase en tres grupos, para formar tres puntos de ataque distintos, prometiéndoles a su tropa, que serían los dueños de las alturas antes de diez minutos que fue lo que duró el asalto. La artillería sostuvo su fuego sin interrupción durante dos horas por una y por otra parte”.

“El Coronel Imaz operaba por la derecha sobre la cadena de cerros hasta los arrabales de la ciudad, donde tenía los insurrectos emplazadas diez piezas de artillería y una culebrina de bronce de a cuatro. El Brigadier Ramirez dispersó por las orillas del lago un cuerpo de caballería de cuatrocientos hombres, que perdieron dos cañones en su marcha. Defendía la izquierda el coronel Peralta y el capitán de la guardia de honor Carazas, quienes rechazaron y pusieron en fuga al enemigo”.

“El General que con su Estado Mayor sufrió un violentísimo e incesante fuego afortunadamente sin consecuencias, logró en este día un completo triunfo, asestando un rudo golpe a la insurrección, al perder los de Cochabamba, con su artillería todo lo que durante siete meses habían almacenado en la ciudad y la fama legendaria de ser invencibles”.

Por relato del soldado patriota Francisco de Turpín sabemos que los realistas “acometieron a los patriotas en la colina por cuatro puntos y mataron treinta mujeres, seis hombres de garrote, tres fusileros”.

Según Turpín, cuando los patriotas estuvieron rodeados pensaron en encontrarse en la plaza, pero era ya demasiado tarde, la caballería de Goyeneche les imposibilitó cualquier movimiento. El soldado fue hecho prisionero junto a dos mujeres.

Señala además que: “Después que se había posesionado el enemigo de la ciudad empezaron a saquearla, cada división con sus respectivos jefes, quebrando todas las puertas y ventanas, los de caballería salieron a las estancias o haciendas a hacer otro tanto, quemando todas las sementeras (cultivos)”.

El general Belgrano después de haber recibido al soldado y haberle escuchado escribe: “Gloria a las cochabambinas que se han demostrado con entusiasmo tan digno de que se pase a la memoria de las generaciones venideras. Ellas han dado un ejemplo que se debe excitar, señor excelentísimo los sentimientos más apagados por la patria”

Se dice que Belgrano implementó una costumbre entre su ejército con el fin de inspirarle y de homenajear al valor cochabambino; y es que todas las noches, a la hora de la lista, un oficial de cada cuerpo militar preguntaba en alta voz: “¿Están presentes las mujeres de Cochabamba?”. Y otro oficial respondía: “Gloria a Dios, han muerto todas por la Patria en el campo de honor”.