Los revolucionarios charquinos, pese a las grandes distancias entre sus principales centros, la escasa comunicación que llegaba en días o semanas, la gran inestabilidad social y política que existía en aquel momento, pudieron, pese a estas dificultades, concebir la causa emancipadora que se fue gestando cada vez, con más fuerza, en todo el territorio.
Los ideólogos de la insurrección, hombres ilustrados que adoptaron los principios de libertad de otras naciones, movilizaron a multitudes para fraguar la sublevación, organizando históricos levantamientos en Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro y Potosí; a esta causa patriótica se fueron sumando inclusive milicias que antes servían a las tropas realistas, las cuales se enfilaron en los ejércitos patriotas; sin duda, su experiencia militar sería relevante para la emancipación.
En Oruro, entre 1809 y 1810, la población vivía momentos de intranquilidad e incertidumbre, sus habitantes temían ser cercados por las huestes del cacique Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca, pues había sido obligado a renunciar, por este motivo los indígenas en defensa de su líder y padre protector, como lo consideraban, amenazaron con una asonada a la Villa de Oruro si no se le restituía en su cargo. Las autoridades y ciudadanos estaban temerosos y alertas ante posibles ataques, por lo que solicitaron a la Audiencia el envío de refuerzos para defender a la ciudad. La Audiencia, ordenó al ejército cochabambino, al mando del teniente coronel Francisco del Rivero y de los oficiales Esteban Arze y Melchor Guzmán, dirigirse a Oruro para auxiliar a la población.
Llegó a la ciudad un contingente de 300 hombres al mando del Rivero y al ser descubierta la sublevación indígena, sus principales cabecillas huyeron, quedando desmantelada la insurgencia.
En el mes de agosto de 1810, el presidente de la Audiencia, Vicente Nieto, ordenó al comandante Francisco del Rivero dirigirse con sus tropas a Potosí para fortalecer la defensiva frente al avance rioplatense, causando esta orden, una masiva defección de los soldados. Por otra parte, los comandantes acuartelados, se anoticiaron que serían desterrados a Tupiza, sospechosos de congeniar con la causa patriota de la Junta de Buenos Aires. Si hubieren obedecido esta orden, ninguna vez, se habría dado el histórico levantamiento del 14 de Septiembre en Cochabamba.
El historiador Marcos Beltrán Morales, se refiere a este hecho de la siguiente manera: “La tropa de Cochabamba como toda colectividad se dejó sugestionar. Demostró estar descontenta de tener que alejarse todavía más del amado terruño. No quiso batirse con los que consideraba eran sus compañeros revolucionados, y que, un secreto presentimiento que estaba en las cosas, en el cielo y en todas partes, le decía que aquellos contra quienes querian mandarla, eran sus hermanos que traían algo bueno, aunque no se diera cuenta de lo que podía ser. Por otra parte, influencias de los que mejor vislumbraban las cosas, y en este caso los mismos jefes y oficiales fueron los que obraron más directamente en la voluntad de los soldados; les invitaron a desertar en una noche, desamparando la misma guardia de prevención con su cabo y comandante que era don Felipe Nogales. Aquellos 300 hombres desertaron cuando menos se pensaba. Fué una deserción en masa, que solo pudo efectuarse obedeciendo a un plan secreto. Resultado lógico: los jefes y oficiales dieron con la mejor manera de no verse comprometidos a desobedecer las órdenes de Nieto; quitar un contingente favorable a los españoles y lanzarse de una vez a trabajar por la patria. El comandante don Francisco del Rivero se limitó a poner en conocimiento del cabildo lo sucedido, con la tropa de su mando, la noche del seis de septiembre, pidiendo se le dé certificado de la repentina deserción de la fuerza que se hallaba encuartelada. El cabildo para dar el referido certificado nombró una comisión de su seno para que pasase al cuartel a «efecto de cerciorarse mejor de este hecho».
La comisión acompañada del escribano del cabildo, constató lo sucedido, viendo el forado que habían trabajado los soldados y por donde fugaron para ponerse camino de Cochabamba sin que quedase uno solo de ellos en el cuartel (…) ante el hecho producido y en tal fecha, es de suponer que las fuerzas desertoras, juntamente con los oficiales Estéban Arze y Melchor Guzmán, reforzadas en los valles de Cochabamba, fueron las que ocuparon la ciudad el memorable 14 de Septiembre…” (Beltrán, 2006, pág. 92)
Se entiende, a través de esta explicación, porque después de servir en las tropas realistas, estos comandantes pasaron a ser los principales cabecillas del grito libertario cochabambino.
A principios de octubre, el presidente de la Real Audiencia de Charcas, Vicente Nieto, ordena a las autoridades de Oruro reclutar gente para ser enviada a Potosí y evitar el avance del ejército rioplatense, esto provocó que muchos vecinos abandonaran la ciudad; tanta gente migró que, Nieto dictó medidas severas para los que dejaran la ciudad, aun así, no se pudo evitar el éxodo de la población que dejó la ciudad desolada. Ordenó también, que se publicasen bandos con gravísimas penas, para los que desamparen sus hogares y permanezcan en la Villa para defenderla.
“…rige del Mui Ilustre Señor Presidente, Gobernador Intendente de Provincia, reducido a que se evite el que fuguen los vecinos, i que estén a la defenza de la Villa, i se publique un Bando con penas gravísimas, contra los que desamparen sus hogares…” (Acta que debió ser publicada, pero por ser extemporánea no fue anunciada)
El caso es, que los vecinos no querían formar en las filas del ejército realista, y sí, en la de los patriotas. Ya palpitaba en sus corazones el fuego de la libertad que era avivado por el patricio don Tomás Barrón.
El Cabildo se reunió en la tarde y noche del 6 de octubre de 1810, para analizar si debía publicar o no los bandos, que prohibían, bajo severas penas, el abandono de los ciudadanos de la Villa. Concluyendo, en no publicar estas órdenes porque eran extemporáneas, puesto que, más de la mitad de la población se había ausentado, además, por falta de guarnición, los que quedaron estaban desprotegidos. Por otra parte, corrió el rumor de que la ciudad podría ser invadida por lo que se enviarían los caudales de las Cajas Reales a La Paz.
En la compleja deliberación de estos temas, los cabildantes repentinamente suspendieron la reunión, porque se escucharon voces que gritaban en la plaza, a la cabeza de Tomas Barrón, ¡Viva la Patria! expresaban con brío, mientras sonaban las campanas de rebato, ¡el pueblo se había revolucionado!
La multitud frenética exigió el cambio de autoridades, los cabildantes cedieron pacíficamente, entonces, por unanimidad, eligieron como gobernador a don Tomás Barrón, concluyendo en: Obedecer a la Junta Gobernativa de Buenos Aires, apoyar el pronunciamiento de Cochabamba, preservar las Cajas Reales y organizar milicias de voluntarios para defender la ciudad.
Los orureños lograron organizar 4 compañías de patricios con aproximados 1500 soldados que, después se sumarian con denuedo patriótico al ejército del coronel cochabambino Esteban Arze, para enfrentar victoriosos a las fuerzas realistas en los Campos de Aroma, el 14 de noviembre de 1810.
Los pobladores de Charcas se ponían de pie, para hacer ver al mundo todo, que los americanos no habían nacido para ser esclavos y vegetar en la obscuridad y abatimiento.