Un momento glorioso fue aquel día en el que entraron los patriotas a la ciudad de Cochabamba, a la cabeza de Esteban Arze y Francisco del Rivero, durante la madrugada del viernes 14 de Septiembre de 1810, tomando el cuartel realista con valor y denuedo, despertando al pueblo a la vida de la libertad.
Anoticiado el gobernador Prada sobre este acontecimiento, se dirigió enfurecido acompañado de una escuadra de seis fusileros, pero en vano fueron sus intentos de aplacar la insurgencia del pueblo cansado de ser dominado por años. Quiso contener el desorden, pero ya eran dueños los rebeldes de las armas.
El Gobernador Gonzales de Prada, se dirigió a la plebe en estos términos:
“A vos coronel Rivero, a todos vosotros os digo que habéis cometido terrible delito de alta traición en contra del rey nuestro señor por asociaros a los traidores de Buenos Aires, por tanto, os declaro reos de lesa monarquía, no olvidéis, yo soy el gobernador, por lo tanto, ordeno, daos por presos (…) y vosotros que venís en crecida tropa deteneos y volved al campo en paz y a trabajar la tierra de lo contrario… sabed”
En ese instante el Gobernador Prada es detenido por los rebeldes, y llevado al cuartel donde es encerrado. Un soldado realista corre a dar parte al Comandante de Armas de la guarnición militar, coronel Gerónimo Marrón y Lombera, quien intenta ingresar al cuartel y pide la libertad del gobernador, porque ese acto era un atentado contra la soberanía del rey.
Los realistas intentaron disuadir a los patriotas, sin tener éxito. Rivero se dirigió a los militares así:
“¡Hijos míos, os quieren mandar a combatir contra la Patria, no saldréis de aquí, sino conmigo y para defenderla con vuestras armas!” “¡Viva la Patria!”
Por su parte, Melchor Guzmán arengó a los patriotas:
“¡Ocupad todo el cuartel! ¡Apoderaos de todo el parque de fusiles y municiones! ¡Sacad todas las armas! Los cañones (…) ¡Llevadlos a la plaza! (…)”
Intervino también Bartolomé Guzmán en los siguientes términos:
“¡Que se tome el cabildo y la casa del gobernador!”
El coronel Lombera y su oficialidad acompañados por Matías Terrazas, Deán de la Catedral de Charcas, no pudiendo calmar la insurrección, se retiraron llenos de dolor al recinto de la plaza.
Los rebeldes condujeron arrestado al gobernador intendente Gonzales de Prada; las tropas patriotas se dirigieron en gran tumulto a la Plaza Mayor, allí se realizó un enfrentamiento con algunos guardias realistas que custodiaban la Casa Capitular y la Casa del Gobernador.
La multitud enardecida gritaba:
“¡Cabildo abierto, Cabildo abierto! (…) ¡mueran los pucacuncas! (…)”
Se realizó un tumultuoso cabildo, donde concurrió la mayor parte de pueblo y no el gobernador intendente que permaneció arrestado. Los líderes de la insurrección intervinieron, entre ellos se encontraba el abogado Marzana, quien arengó a los patriotas en estos términos:
“Nombremos a nuestras autoridades: ¿¡Como Gobernador Intendente!?”
El pueblo respondió:
“¡Francisco del Rivero, Francisco del Rivero, Francisco del Rivero!”
¿¡Cómo Comandante de Armas!?:
“¡Esteban Arze, Esteban Arze, Esteban Arze!”
Francisco del Rivero se dirigió a los insurgentes con estas palabras:
“¡Habitantes de Cochabamba, ya empezáis a ser felices sacudiendo el humillante yugo que hasta aquí os había confundido en la esfera de los esclavos: ya no sois lo que fuisteis, sino unos hombres que a proporción de sus méritos, se exaltarán en todas las carreras de una sociedad admirable, por los aciertos de su gobierno (…) Cochabamba es digna de la alta reputación que disfruta: en la actualidad impele a todos sus habitantes una sola opinión, un mismo voto, y una sola heroica resolución de no existir primero, que ser esclavos de la arbitrariedad y el despotismo de los mandones mercenarios que hasta aquí han sacrificado la libertad de los pueblos al ídolo de su ambición!”
El coronel Lombera fue destituido del mando de regimiento. Se hizo comparecer a Gonzales Prada para que suscribiera el acta, quien se rehusó a firmar. Por consiguiente, Francisco del Rivero asumió el mando.
La gesta libertaria del 14 de Septiembre de 1810 en Cochabamba fue una de las manifestaciones revolucionarias latinoamericanas más singulares y paradigmáticas de su época. Representó para el Alto Perú y para las Provincias Unidas del Río de la Plata, un estimulante incentivo para la oposición armada al decadente régimen colonial.
“El Alto Perú será libre, porque Cochabamba quiere que lo sea”