Tomáš Baťa, el magnate del calzado de origen checo, fue heredero de la marca de zapatos que lleva el nombre de su familia, pues la marca Bata es el símbolo de todo un imperio familiar, que fue fundado por su padre Tomáš en 1894, en la ciudad de Zlin, en la antigua Checoslovaquia.
En 1932, Tomas Bata toma las riendas de la compañía, con tan sólo 18 años, después de la muerte de su padre en un accidente aéreo.
La Segunda Guerra Mundial trajo consigo muchos problemas, pues las plantas de producción de Bata fueron confiscadas durante la invasión nazi a Checoslovaquia. Por este motivo gran parte de la familia se estableció en Canadá, escapando del régimen de Hitler; desde allí, el empresario Tomas Bata empezó a dar a la compañía zapatera una dimensión global, llevando la entidad a mercados vírgenes en los países en vías de desarrollo.
Es así que, impregnado de ideas y pensamientos de Tomas Bata, el padre de la industria del calzado en el mundo, llega a Bolivia un grupo de jóvenes entusiastas, de origen checo y otros europeos, dirigidos por Zvonko Mauorek, con la visión y determinación de instalar en la ciudad de Cochabamba una empresa manufacturera destinada a la fabricación y comercialización de calzados.
El objetivo fundamental era calzar al obrero, al artesano, al pueblo en general, a un país vigoroso con ganas de avanzar, llegando a los lugares donde mucha gente no tenía acceso al uso de zapatos. Con esta visión y la perspectiva de un gran impacto social es que esta nueva industria adopta el nombre de Manufactura Nacional Cochabamba “MANACO”, como marca comercial registrada para todos sus productos, convirtiéndose sólidamente en la expresión genuina del espíritu de Bolivia, basándose en el desarrollo de la libre iniciativa proyectada a capacitar, crear y expandir el ambiente laboral en Cochabamba.
De esta manera, la fábrica comenzó a operar el 4 de junio de 1940, a tan sólo una cuadra de la plaza principal de la ciudad de Cochabamba, en la calle Gral. Achá. Sin embargo, al año siguiente, la industria se trasladó a la zona de Tacata, en el municipio de Quillacollo, donde permanece actualmente.
Para 1944 la pujanza de la empresa permitió albergar alrededor de 1.800 trabajadores, dándole una nueva dinámica a la vida de los quillacolleños, transformando el ritmo de una población predominantemente agrícola a una ciudad pujante en constante crecimiento. Un claro ejemplo de la fortaleza de Manaco fue que, durante el auge de la minería, calzaba al 100 por ciento de los mineros y sus familias.
El 12 de enero de aquel mismo año se fundó el Sindicato Fabril Manaco, que demostró su poder sindical en la región, convirtiéndose en uno de los más importantes de Bolivia “Ni la Alcaldía, ni la Policía, ni el subprefecto tenían la autoridad de este gremio, pues los manaqueños gozaban del respaldo de toda población quillacolleña”, según relata un ex trabajador.
Las primeras conquistas laborales llevaron rápidamente a los trabajadores de Manaco a incursionar en las reivindicaciones sociales y políticas. La resistencia a las dictaduras militares, la recuperación de la democracia y la reposición de las organizaciones sindicales fueron parte de sus años de gloria.
Fueron décadas en las que se celebró la innovación tecnológica, plasmando el crecimiento de una gran familia, de esta manera, el dinamismo de la empresa contribuyó al crecimiento de Quillacollo, otorgándole urbanizaciones, colegios, espacios deportivos, una fraternidad y hasta un club de fútbol. En este sentido, se crearon los barrios: Manaco, 12 de Enero y Esmeralda, para asegurar la vivienda y estabilidad de las familias que eran parte de la empresa. Las unidades educativas: Thomas J. Bata y San Martín de Porres fueron creadas para la formación exclusiva de los hijos de “manaqueños”. También fueron erigidos campos deportivos como el complejo fabril y el coliseo. Por último, dos importantes creaciones: La gloriosa Diablada “Thomas Bata”, la primera en Quillacollo y el añorado Club Deportivo Bata, que fue uno de los fundadores de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano en 1977.
Con los años Manaco tuvo un gran impacto social y se consolidó en todo el país como empresa líder en la manufactura de calzados. Hoy en día es una de las industrias más antiguas y más grandes en su rubro; no dejó de expandirse en el mercado nacional e internacional, con exportaciones de un 85 por ciento de su producción a países vecinos como Perú, Chile, Colombia y México.
El carácter vanguardista de la industria ha generado crecimiento humano y tecnológico constante y planificado; es así que Manaco se va adecuando con los años y va proponiendo colecciones según las tendencias del vestir, satisfaciendo las necesidades de la gente en todo contexto.
Hasta hoy Manaco es la mayor organización industrial y comercial del calzado, y se consolida como líder número uno en el mercado nacional.