La contaminación en las ciudades aumenta las posibilidades de padecer alergias, incluso en la población no predispuesta a reacciones alérgicas. Puede parecer paradójico pero en las ciudades, donde se esperaría que las concentraciones de polen fueran menores, se ha visto que las alergias al polen son más frecuentes.
Al parecer la contaminación y el cambio climático, son los causantes para que los pólenes expresen un mayor contenido de proteínas alergénicas y con esto se ha incrementa las enfermedades de las vías respiratorias y las alergias.
“Por otro lado, según indica una revisión sobre el tema publicada en 2007 en la revista Journal of Investigational Allergology and Clinical Immunology, las partículas de emisión diésel pueden ocasionar, en contacto con los granos de polen, el desgrane de la planta, facilitando la llegada de estas partículas a las vías respiratorias”.
El cambio climático también afecta al calendario polínico de las plantas, ya que se prolonga el período de polinización. Además, en presencia de temperaturas altas y aumento de la concentración de CO2, las plantas aumentan su producción de polen. El cambio climático también puede llevar a la extinción de especies y a la consolidación de especies no autóctonas, con el riesgo de sensibilización alérgica (volverse alérgico) en la población humana expuesta. Esto se convierte en un círculo vicioso, ya que el aumento de las temperaturas y la ausencia de lluvias son responsables de que los niveles de contaminación se incrementen en las ciudades; porque se incrementa la capacidad alergénica de los aero-alérgenos; la emisión de gases de efecto invernadero, el dióxido de nitrógeno y el ozono son los causantes de la transformación química de la composición de los alérgenos, haciéndolos más fuertes.
Al parecer, el ozono es el elemento principal causante de la contaminación ambiental; este acaba oxidando un aminoácido, la tirosina, que es el factor que aparece en la formación de las principales proteínas alérgenos de especies como el abedul (pólenes de árboles frutales).
Otro gran impacto medioambiental que ayuda al aumento de las alergias por contaminación se debe a la combustión de los motores a diésel; las partículas de dióxido de carbono son cien veces más pequeñas que las que producen los motores de gasolina; a su vez estos productos de la combustión son los causantes de la modificación de la estructura de los pólenes y refuerzan su disposición para la inducción de respuestas alérgicas en personas sensibles; también llegan a ejercer de medio de transporte para los alérgenos, introduciéndolos más profundamente en las vías respiratorias.
La polución acaba afectando a la nariz, la faringe y los pulmones. Con todo, está claro que la alergia por contaminación es un hecho contrastado.
En los últimos meses y años, Cochabamba está cubierta con una “niebla” blanca que impide visibilizar las viviendas al otro extremo de la ciudad; debido a que la industria, el desarrollo, la tecnología, el número de habitantes y sus necesidades, fueron incrementándose cada vez más, en paralelo “la mala calidad del aire, la contaminación atmosférica, de agua y suelo fueron creciendo a tal punto que en el 2014, un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la calidad del aire en 1.600 ciudades del mundo posicionó a Cochabamba como una de las urbes más contaminadas de la región”.
Vivir en Cochabamba, una ciudad donde sus habitantes respiran permanentemente altos niveles de contaminación, tiene efectos negativos en la salud, deteriorando la calidad de vida, incrementado las alergias (en personas no predispuestas) y las crisis de alergia en personas ya conocidas como alérgicas.
Para prevenir los episodios de crisis de alergia, es recomendable conocer a qué tipo de pólenes tenemos alergia y en qué épocas del año podemos resultar más afectados. Además realizar medidas de control ambiental dentro y fuera de la casa.
Se puede:
- Usar una mascarilla anti-polución para cuando se sale de casa y así no respirar aire contaminado.
- Usar gafas de sol cuando estemos en la calle.
- Evitar salir a primera hora de la mañana o a la última hora, cuando los niveles de polen son mayores.
- Subir las ventanillas de las movilidades, cerrar ventanas en casa y limpiar los filtros si tenemos aire acondicionado
- Cambiarse de ropa cuando retornemos de la calle, así evitamos el contacto con el polen que se haya podido quedar adherido a nuestra ropa.
La alergia afecta la calidad de vida, debido a la contaminación de las ciudades, las enfermedades alérgicas se hacen intolerables; nosotros mismos como ciudadanos debemos cooperar para mejorar nuestro medio ambiente, para evitar los síntomas más molestos (como estornudos, ojos llorosos y la nariz llena de mocos) que impedirán desarrollar una vida normal.